jueves, 1 de marzo de 2012

ARTÍCULO II CIENCIA

       


EL ENAMORAMIENTO



       Todos hemos vivido esa experiencia en algún momento de nuestra vida. Es ese sentimiento el lugar donde nacen las palabras más bonitas dichas por el hombre; de donde han nacido las novelas más grandes de amor. Aquella persona que nos "embruja" se convierte en toda una fuente de inspiración y creatividad además de producirnos sensaciones placenteras y llenas de emoción: A la vez que nos sonrojamos, el pulso de nuestro corazón se acelera y aparecen aquellas famosas mariposas que somos capaces de notar en nuestro estómago mientras sus alas bailan al ritmo del corazón. Ahí es cuando está todo perdido; Chaval, te has enamorado. O tal vez...¿Has enfermado?
       Los síntomas del enamoramiento que todos hemos percibido alguna vez, son la consecuencia de una serie de reacciones químicas del organismo que aunque el enamorado crea que su amor es único en el mundo, no es así, porque nos hacen sentir a todos aproximadamente lo mismo. El amor tiene sus propios pensamientos obsesivos y sus propias acciones, que están muy lejos de la razón. Como aquellas acciones llamadas "locuras de amor", en las que a veces solemos cometer enormes estupideces que no pueden ser justificadas con ninguna razón lógica, pero sentimos la necesidad de hacerlas. Sin lugar a dudas, el amor es una enfermedad. Si en la cirrosis es el hígado y en la tuberculosis los pulmones, los placeres y sufrimientos del amor se encuentran en esa red nerviosa que se extiende a lo largo y ancho de nuestro cuerpo, concretamente, en el sistema nervioso autónomo. Este sistema está constituido por continuos bombardeos químicos que son los responsables de todas las emociones: Sentimos miedo, orgullo, envidia, rabia, pena, dolor, placer... e inevitablemente el enamoramiento. Estas bombas químicas producen todos los sentimientos posibles incluyendo a sus correspondientes acciones fisiológicas: Secreción, contracción muscular, dilatación, erección... y a grandes velocidades, es decir, impulsos nerviosos inevitables y realmente veloces.       
        No hay una justificación razonable para cada impulso; Este sistema constituye el reino de la carne, de la atracción y la repulsión sin ninguna justificación razonable. Es por eso por lo que la razón no es bienvenida, y por supuesto, es la causa de no poder encontrar razón alguna en el amor.
La sustancia químicas que se produce en el cerebro responsable del verdadero amor, es la feniletilamina, de la familia de las anfetaminas. Cuando el cerebro se inunda de esta sustancia, responde con la dopamina, que nos da la capacidad para desear algo y repetir una acción que nos da placer; y la oxiticina y norepinefrina, que produce el deseo sexual. Tras aparecer dichas sustancias, los neurotransmisores hacen su trabajo: Crean una coctelera y se produce una bomba de arrebato sentimental, donde te puedo confirmar chaval, que realmente estás enamorado. Además, estos compuestos nos permiten hacer toda la noche el amor con nuestra pareja, o estar horas y horas conversando sin ningún cansancio aparente. No hay que ser muy listo para descubrir que si una persona sufre un desengaño amoroso y lógicamente se encuentra deprimida, es por la falta de feniletinamina en su cerebro, lo que en realidad no sufre por aquella persona de la que está enamorada, sino que realmente tiene el síndrome de abstinencia por falta de esa sustancia. En estos momentos recurrimos a la medicina del amor, el chocolate, gran delicia para el paladar que curiosamente es un alimento rico en feniletilamina. Con lo cual, la adicción al chocolate en una persona con el corazón roto supone una automedicación.
        Pero, ¿qué pasaría si de la persona que estás enamorado no te defraudase nunca? ¿Y si fuera él o ella la persona con la que pasarías el resto de tu vida? Estudios realizados demuestran que este bombardeo de reacciones químicas pasionales tiene límite, el cual es un periodo de entre dos y tres años, a veces más, pero el final siempre es el mismo: La cadena de reacciones bioquímicas se acaba. El cuerpo se va haciendo resistente a estas sustancias y la pasión se desvanece poco a poco, la atracción no dura para siempre. Es cuando aparece la segunda fase; Una fase llena de comodidad, paz y seguridad de la que son responsables las endorfinas. 
       Como podemos ver, la química es tan asombrosa que es ella misma la que decide lo que sentimos, sin embargo al ser humano no le gusta pensar que algo tan espectacular y bello como el amor esté condicionado por la ciencia de la química. Yo pienso que todas las reacciones bioquímicas en cadena influyen notablemente en el enamoramiento de cualquier persona, pero también el día a día, los detalles, el compañerismo, el afecto, la comunicación y el respeto juegan un papel imprescindible en el amor. 
Y tú, ¿qué crees?